Llego a mi casa y, a quince días de haber votado, me queda todavía el mismo
sabor amargo de ayer, de antier, y de los demás días; soy parte de esa
impotencia colectiva que se siente en el ambiente, que no se quita con una ida
al cine o tratando de pensar positivamente. Pero no soy el único, millones de
mexicanos lo sentimos y tenemos --estoy seguro de ello-- una corazonada de que
el PRI, tenga que vérselas duras con un pueblo mexicano que exige justicia pero
sobre todo, exige una vida libre, con mejores oportunidades y no lo que alcance
a salpicar un gobierno autoritario, lleno de mañas y lleno de dinero del erario
público.
Y ya que no puedo ir a los puntos concurridos de la ciudad a gritar esta
inconformidad por mi cuenta, sin antes ser tachado de fanático, mal perdedor,
pejezombie, revoltoso, etc., he decidido crear un blog para hacer catarsis, y
también por si hubiera alguno que no esté enterado de la situación política en
México; aquí trataré de describirla, tratando de ser lo menos subjetivo que me
permita el alma.
Para no andar con divagaciones, mi voto de estas elecciones se lo di al
señor Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Cabe aclarar que lo hice después de
informarme muy bien, meses antes del primero de julio. Dediqué horas enteras a
ver documentales, leer en internet, en periódicos, platicar con muchas
personas, etc., por lo que tengo mi conciencia tranquila. Es deplorable
ver la desinformación en torno a AMLO. Algunos medios de comunicación,
motivados por la ambición del poder y obedeciendo a la razón de "favor con
favor se paga", se han encargado de desfavorecer su imagen, de hacer creer
que tiene ideas comunistas, de llamarlo "Peligro para México", y
muchas cosas más. Pero por otro lado, elogian a quienes se encargaron de empobrecer
al país en los últimos 30 años y omiten sus desfalcos, tiranías, corrupción,
autoritarismo, y todos los adjetivos deshonrosos que usted le quiera colocar.
Es imprescindible mantenernos informados de la situación poselectoral. He escuchado comentarios como: “Pues ya nos fregaron otra vez, ahora hay que seguir
trabajando duro”. Me pregunto hasta cuántas generaciones más iremos aguantando
todo este lastre. Si desde el principio los mexicanos hubiéramos pensado así,
seguramente hoy nos gobernaría algún descendiente de Maximiliano de Habsburgo.
Ya muchos hemos despertado, pero faltan muchos más para que se unan a una causa
justa, una revolución pacífica para alzar nuestra voz como una sola y hacer que
valga, no solamente que se escuche.
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